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Arquitectos: Krafna
- Área: 45 m²
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Fotografías:Fábio Veríssimo Santos
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Proveedores: AutoDesk, CLIMAR, Efapel, Sosoares
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Casa chã era una de esas modestas construcciones de piedra irregular que alguna vez habitaron la zona rural de Oliveira de Azeméis. Construido de forma anónima y con pocos recursos en una zona de viñedos y cultivos, no había nada particularmente interesante en el edificio, pero al cliente le pareció una pena dejarlo 'caer en ruinas'.
Nos pusimos en marcha sin un programa, divididos entre el reto de conservar y de renovar, imaginando un pequeño pabellón de campo. Decidimos conservar la cáscara exterior - su relación con el paisaje, sus aberturas irregulares, su aire ingenuo - mientras que en el interior nos permitimos ejercer nuestra libertad creativa. La pequeña casa, con su simple volumetría y proliferación de aberturas se parecía a la ilustración de un niño, que parecía asomarse curiosamente a la carretera, a través de una ventana cuadrada.
La piedra, que el tiempo había dejado a la vista, ya había entrado en la imaginación del cliente y ninguna evidencia histórica presentada lo convencería de dejar que estos muros se enyesaran de nuevo. Resignados, aceptamos la piedra, que fue ocupada en muros interiores y exteriores, dejando al césped verde el papel de colorear este paisaje.
Cuando finalmente se entra en la casa, se abandona completamente el pintoresco universo exterior y se entra en un amplio espacio que pretendía ser cosmopolita y sofisticado, del que la cocina es el epicentro. Las pequeñas ventanas, que parecían ser irregulares desde el exterior, revelan que forman parte de una composición estrictamente simétrica. Rompiendo esta composición clásica, hay una ventana interior, girada irreverentemente en 45 grados.
El espacio de la casa, aparentemente continuo y pequeño, fue diseñado con rincones y escondites para los usuarios más atentos y curiosos. Oculto por el volumen de la cocina, está la escalera de acceso al entresuelo, mientras que el baño se esconde detrás de una puerta con espejo. Esta vivienda se convierte en el lugar perfecto para pasar el fin de semana, donde uno abandona la velocidad de la ciudad y se prepara para los días venideros.